domingo, 10 de noviembre de 2024

Jam Session Nº 1


DIABLOS AZULES - JAM SESSION Nº 1
7 de diciembre de 2010

POETO INVITADO
Batania

POETAS PARTICIPANTES POR ORDEN DE APARICIÓN: 1. Juan Pinilla • 2. Miguel • 3. Juana Vázquez • 4. Marcus Versus • 5. Luis Oroz • 6. Ana Pérez Cañamares • 7. Paco • 8. Juanse Chacón • 9. Marta Massé • 10. Pepe Ramos • 11. Ángela de Luis • 12. Sagrario del Peral • 13. Leire Olmeda • 14. Nacho Aldeguer • 15. Olaia Pazos • 16. Patricia • 17. Leo Zelada • 18. Fran • 19. Isaac • 20. Miguel Retana • 21. José Naveiras • 22. Paco Gómez Escribano • 23. El Cable Azul • 24. Marta Fernández • 25. Carlos Galán • 26. Santiago Tena • 27. Giovanni Collazos • 28. Mayte Barrera Benito • 29. Dani Orviz 

DURACIÓN: Dos horas y cuarenta minutos (desde las 21:15 a las 23:55).

INCIDENCIAS: Los primeros quince poetas tuvieron la posibilidad de recitar tres poemas, pero a partir de ahí, por problemas de tiempo, los demás sólo recitaron uno. Marcus Versus, Luis Oroz, Pepe Ramos, Nacho Aldeguer, Leo Zelada y Dani Orviz recitaron sus poemas de memoria. Santiago Tena recitó leyendo su móvil.

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[...]
Hay pleitos, y de aquestos, grandes sumas,
trampas, mohatras, hurtos, juegos, tretas,
flaquezas al quitar, naguas de espumas;

nuevas, mentiras, cartas, estafetas,
lenguas, lisonjas, odios, varas, plumas,
y en cada calle cuatro mil poetas.

LOPE DE VEGA


A las 21:15 los Diablos Azules ya estaba lleno, a las 22:00 comenzó a ponerse asfixiante y a las 23:00 se reventaba por las cinchas de cerveza y lipotimia. Y en esto salió Santiago Tena al micrófono, ya en la cola última y demacrada de la noche, y le dijo a Carlos Salem:

–Te considero a ti y al Bukowski Club, Carlos, como el germen de la movida poética que ha surgido en los últimos años en Madrid, y te deseo que estos martes de los Diablos Azules te sirvan para dotarla de un nuevo impulso.

Bukowski Club en el corazón. Bukowski Club ayer, ahora y siempre. Bukowski Club o los tiempos de hierro de la poesía espontaneísta, cuando no había bares ni revistas ni editoriales donde caernos muertos, cuando los poetísimos nos miraban con mucho asco porque somos “anecdóticos”, escribimos en lenguaje “normalizado” y pensamos que Navarro Tomás es algún delantero del Sporting de Gijón. Carlos Salem, mirada polifema y pirata centimano de los mares malasañeros, muy atento e inspirado toda la noche, revolvía en los papeles e iba soltando aerolitos:

–A ver, por favor, el límite son tres poemas pero no hay obligación de agotar el límite. Es mejor un polvo bien echado que tres malos.

Salem dio paso al poeto invitado, que era yo, que soy también el “padrino” de estos recitales, título simbólico que me ha dado el míster y que le agradezco. Fuera de mis poemas discutidos y discutibles, aproveché para hacer unas cuantas frases mirando al horizonte. Estamos creciendo mucho a lo ancho, dije, pero quizá el mejor crecimiento sea a lo alto. No crecer solo en cantidad sino en calidad. No solo más, sino mejor.

Las perspectivas de público y poetas no eran muy buenas teniendo en cuenta que muchos se habían ido de puente, pero pronto se desbordaron las expectativas y se llegó a la treintena, número exagerado que obligó a los quince últimos poetas a leer tan solo un poema. La mejor noticia de la noche fueron los seis poetas que recitaron por primera vez. También Ana Pérez Cañamares se estrenó en una jam session.

Salem dispuso la noche como una pértiga que conectaba el pasado y el futuro. Hizo guiños y agradecimientos a poetas de la vieja guardia como Juan Pinilla o José Naveiras, que le han acompañado y ayudado mucho en aventuras anteriores, y fue interlacando orvides, pazos y aldegueres, enormidades del micrófono, con poetas y poetos de siempre y otros que eran nuevos o seminuevos.

–Por supuesto –recalcó–, cuando hablo de “poetos” doy a entender que estas sesiones no tienen ningún imperativo de normatividad. En estas jam se admite todo, salvo poemas xenófobos o fascistas y ataques personales a otros poetas.

El poeta más aplaudido de la noche fue Pepe Ramos, que participó con un poema erótico e irónico, seguido en el aplausómetro por los ya habituales Dani Orviz, Nacho Aldeguer y también Marcus Versus, que ejerció de borracho ante el micrófono (pero estaba sobrio). Por cierto que Orviz se quitó la gorra para enseñar su alopecia y provocó que Carlos Salem se animara también a quitarse su pañuelo, por lo que algunos de los presentes pudimos ver por primera vez en nuestras vidas a Salem sin pañuelo. Referido esto, hay que reconocer que está mejor con pañuelo.

También se aplaudió mucho la intervención sostenida de Beatriz, que perdió el bolso a las 21:50 y lo recuperó a las 23:15 gracias a los buenos oficios de José Naveiras. Los poetas que más me gustaron fueron Juanse Chacón, que ha acendrado el lirismo de sus poemas, y Paco, poeta que no conocía y al que escuché ayer por primera vez. Paco se presentó de esta manera:

–La verdad es que no me caen bien los poetas, salvo cuando leen o recitan.

Comparecieron varios poetas que no recitaron, como Verónica Gil, Luna Miguel, Ernesto Castro, Nares Montero, Caótica, Patti de Frutos, Jesús Malia, Danilac, la propia Beatriz y otros que se me olvidan (sin querer). Luna Miguel me regaló el Almanaque poético de El Gaviero Ediciones, exquisitamente editado y en el que participan, a poeta por mes, Laura Rosal, Luz Pichel, Maite Dono, Fatena Al-Gurra, Coral Troncoso, Eva Hibernia, Angélica Liddell, María Salgado, Estibaliz Espinosa, Branca Novoneyra, Mónica Valenciano y la propia Luna, con ilustraciones de Cristina Llorente. La antología la hace Maite Dono.

La noche se nos fue hasta casi las 0:00 horas, y aunque se escuchó con bastante atención durante las dos primeras horas, el respeto decayó en la última, porque la mayoría de nosotros comenzábamos a estar en manos de la señora Mahou. Pero fue algo emocionante ver a tantos poetas juntos, fingiendo que nos llevamos bien entre nosotros, recitando nuestros poemas desiguales, bebiendo a ratos y charlando y también escuchando. Y en cada calle cuatro mil poetas, escribió el maestro. El martes que viene, más.

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VANESSA, poeta maricrónica